Etiquetas

, , ,

 

Zurita, R. (2006). INRI. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas.

Zurita, R. (2006). INRI. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas.

 

Una sombra recorre el paisaje nacional: la cordillera con su nieve, los desiertos, la costa. El deslumbrante paisaje chileno en INRI, de Raúl Zurita, se despliega así, ensombrecido: asombrosos árboles, asombrosas carnadas, la sombra de los peces que en el océano aguardan su alimento, la sombra de los aviones de donde ésta lloverá. Claridad y sombra conmueven como un no poder cerrar los ojos ante el horror.

INRI es un poema extremadamente visual, con panorámicas y vistas aéreas, pero también atento a lo particular, el detalle, como los gusanos o las carnadas -los tendones, los músculos- revueltas en el océano. Y a pesar de tanto, el poema está privado de la facultad de la vista, pues no se emplea el verbo “ver” salvo cuando éste significa “reconocimiento” (nos vimos); en cambio, las imágenes se escuchan (Escuché un campo interminable de margaritas blancas). Esta característica cobra fuerza cuando se habla de los cuerpos de los muertos: tus cuencas agusanadas Los muertos no tienen ojos para contemplar la belleza del paisaje sobre el que llueven sin embargo, lo ven.

Así, lo que mejor describe a INRI es la idea de una panorámica aérea sobre el territorio (que recuerda la performance de Zurita, la escritura de poemas hecha con aviones sobre Nueva York) con una mirada que se posa también sobre las ciudades y adentro de la tierra negra donde yacen los muertos y donde, de los muertos, nacen las flores. Si el paisaje puede oírse (aún en el silencio que crece) los muertos también se harán escuchar; es decir, es imposible ocultar los hechos (si ellos callan, las piedras hablaran). En INRI está Chile visto desde lo alto y Chile visto en detalle: el territorio nacional convertido todo él en sepulcro (el mar difunto, Chile difunto). Con INRI vemos/oímos a los muertos crepitar al doblarse, como flores blancas ante la nieve pura: los muertos son santos, son inocentes, pues son víctimas. El blanco es también la cal sobre la fosa común.

Algo que no vemos en INRI es la mano que asesina, la mano que arroja: sólo vemos sus instrumentos, los aviones (asombrosas nubes), sólo vemos su movimiento (los arrojaron). Puede ser un no querer ver: que la tragedia del hombre la provoca el hombre, lobo del hombre. Restaría pureza, blancura y sólo la santidad dignifica a los muertos–víctimas. INRI no repara en las razones del lobo, incluso porque aquí la naturaleza es perfecta, es solidaria, es testigo. Por ello, quizá INRI sea un poco demasiado perfecto: no se ensaya el error, no repara en la irracionalidad de la violencia, hay claroscuro entre belleza y horror pero no hay ese contraste entre inocencia y crimen. Mientras la inocencia, la pureza es total, el crimen permanece como algo inexplicable, algo que no se quiere saber.

En INRI  está presente ese no querer comprender del todo. Sin embargo, no podemos decir que esta parcialidad sobre la representación del hecho constituya una parcialidad del poema, de lo literario del poema: INRI es una obra total, de belleza extraordinaria gracias a su vocabulario vasto y meticulosamente selecto donde las palabras se nutren de significado en cada afortunada reiteración (la nieve, el desierto, las rocas, las nubes, las fosas-cuencas y tantos otros protagonistas-objeto en INRI).

Es la historia de los muertos, de unos que fueron arrojados, de unos que perdieron los ojos pero no la visión de su propia muerte. Es la historia de ellos y de nadie más, ante el pesar de no ser uno esos muertos, esas víctimas, aunque el dolor haya sido tan cercano (se dice que Zurita consideró en algún momento cegarse in memoriam de los mutilados –  muertos). El sacrificio de admitir el dolor, albergar el dolor de aquellos que quedaron en suspenso al caer (de amores inconclusos, de amores que no alcanzaron a decirles). El regalo de la claridad y la belleza que da el paisaje, que da la muerte-retorno a la tierra y a lo vital.

Al final el dolor de la muerte, sin embargo, estéril: No. Están muertos. Fueron ya dichas las inexistentes flores. Fue ya dicha la inexistente mañana.

INRI  es el sacrificio de los justos hecho por los pecadores.